En la película de similar título, el Dr. Parnaso invita al público a mirar por un espejo más allá de la realidad. En el Perú, durante las campañas electorales, vivimos una experiencia semejante, donde los candidatos nos invitan a mirar sus promesas electorales, de tal modo que una de ellas se convierte en emblemática de un mejor futuro.
Recuerdo bien la primera elección presidencial que me tocó vivir como adulto en 1980, en ese entonces el espejo imaginario fue “un millón de empleos”; cómo obtenerlos, cuándo obtenerlos y a qué costo, fueron características nunca reveladas. Igualmente en la última campaña electoral, el espejo imaginario fue “analfabetismo cero” y “agua para todos”. Como ha sucedido en todas las experiencias electorales, las características para su materialización nunca fueron reveladas.
Podemos identificar cinco variables de bienestar social y analizar su evolución durante los dos primeros años de la presente gestión presidencial. De estas cinco, en la primera se observa una reducción del bienestar, en las tres siguientes ninguna modificación, y en la última un incremento del bienestar. Estas variables son tan solo un ejemplo de lo que pudieran ser otras variables alternativas, y también son ejemplo de la ausencia de mejora del bienestar social al presente.
El problema práctico a resolver consiste en poder cuantificar una meta cualquiera, supongamos que en 2011, el espejo imaginario sea “hambre cero” y quien sea presidente desde el 28 de Julio de 2011, en su mensaje a la nación, nos indica que su meta de gestión es que ningún peruano pase hambre al final de su mandato.
No podemos dudar de lo beneficioso de una meta semejante, pero el Presidente en cuestión debiera también informar cuánto presupuesto público implica su decisión, en particular, explicar a los peruanos que reducir un punto en el nivel de hambre en Lima no cuesta lo mismo que reducir ese punto en el área rural.
También ese Presidente debería informar qué tipo de institucionalidad se formará para esta meta, si será íntegramente pública o no y qué modalidades de participación tendrá la sociedad civil. Igualmente, deberá informar si los recursos públicos destinados para esta meta provendrán del presupuesto preexistente o si nuevos tributos financiarán esta meta.
Sea cual fuese el espejo imaginario que el Perú elija el 2011, los electores debemos exigir las características de cómo obtener, cuándo obtener y a qué costo, este mejor futuro que queremos para nuestro país. Porque si no es así, el “millón de empleos”, “agua para todos”, “analfabetismo cero”, etcétera, serán idénticos al espejo imaginario del Dr. Parnaso y nunca parte de la realidad que anhelamos.
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